Las 22 letras del alfabeto hebreo articulan los poemas de “La palabra muda” (El Gallo de Oro, Bilbao, Enero 2018) Su autor, Antonio Enrique, con un recuerdo a La cabellera de la Shoá del llorado Félix Grande (”¿Qué te creías , tú, contemporáneo,/qué te has creído que era el siglo XX?”), rememora ese “anecdotario del Terror” que fue el genocidio nazi. Lo hace con versos cálidos, vehementes, dolorosos: “El rabino dijo/ que todo era castigo de Dios”. Es la meditación de un poeta que inventa “la palabra sin palabras” para comunicar que todavía “hoy perduran en la soberbia y la codicia de un planeta cada día más devastada por obra exclusiva del ser humano”. En el dolorido epílogo recuerda, sin embargo, que Un ruiseñor y una flor es cuanto queda/de nuestro paso por el mundo:/el ruiseñor en polvo se convierte en flor”.
M.Q.C.