En Fulgor de atardecer de otoño su autor desgrana, a modo de antología (236 pág.), una parte de su poesía amorosa, la correspondiente a los años 2012 y 2013.
Ya no recordaba el rojo aroma de la sangre
ni mis manos guardaban memoria de la carne.
Un largo letargo de cenizas
alfombraba mis noches y mis días.
Nadie venía por el sendero del amanecer
y el estramonio punzaba de verde las cunetas.
Pero en el otoño, cuando reverberan las nieves en las cumbres,
se desató en el valle una tormenta de verano;
y, en mis dedos, han comenzado a brotar las primeras margaritas
de la primavera de este invierno.