Espejo y tinta son dos novelas breves que oscilan entre la fantasía y la realidad. En la primera, Espejo, Rico explora el misterio del destino, las frustraciones que genera la experiencia de las vidas deseadas y no vividas. Tinta es una suerte de relato negro, particular ajuste de cuentas con la afición del autor a las estilográficas. Dos pequeñas joyas literarias que desde sus primeras páginas sitúan al lector entre luces de realidad y brumas oníricas, misterio y reflexión. El autor enlaza con una sólida tradición, aunque poco frecuentada por los escritores en castellano, que va de autores como Clarín o Pérez de Ayala a Benet, García Márquez o Juan Marsé y que tiene en Kafka, Robrt Walser o Henry James sólidos referentes más allá de nuestras fronteras.
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