Hay poetas que acarician y poetas que golpean, y Piquero es de los segundos. Le gusta hacer sangre, volver del revés nuestras confortables expectativas. Quienes prefieren la maldad inteligente a la bondadosa bobería no deben dejar de leer a este poeta de la hiriente lucidez, al que le bastan un puñado de poemas -ni él ni nosotros soportaríamos más- para hacerse un sitio de excepción en la poesía contemporánea. JOSÉ LUIS GARCÍA MARTÍN
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