Este libro, hermoso e intenso, duele como una herida en muchos de sus versos. Duele y sangra todavía tristeza e impotencia. Con una envoltura elegante y contenida, expresa su dolor en imágenes directas, contundentes y desgarradoras, que nos conmueven a todos por su universalidad. Que nos recuerdan la intensidad del dolor de la vida y también su belleza.
Es un libro cuyo discurso, certero, es difícil refutar. El libro está dedicado a la madre de la autora. Y la presencia de la madre se lee en la mayoría de los versos: la madre como maestra de vida, la madre como dolor por su enfermedad o su pérdida; la madre como nostalgia de refugio perdido, de amparo que ya no es. Y cómo estas vivencias hacen preguntarse por la propia existencia.
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