«El 20 de mayo de 1515 desembarcó en el puerto de Lisboa un rinoceronte que provenía del otro confín del mundo. Quinientos años después, el profesor Eduardo Espinosa se preguntó si la historia de aquel animal podría entretejerse de algún modo con la del poeta a cuyo estudio había dedicado la mayor parte de su vida.»
Una enigmática carta abre el camino hacia uno de los grandes enigmas de la literatura universal.
¿Quién fue realmente Fernando Pessoa, aquel escritor genial que se multiplicó en varias decenas de heterónimos mientras mantenía una existencia rutinaria por las calles de Lisboa? Quizá haya que buscar la respuesta en un complejo entramado donde las glorias marítimas del viejo imperio portugués se funden con la leyenda de Dom Sebastião, el Rey Durmiente, para destilar una rara alquimia en la que las identidades se forjan al compás del aliento inexacto de los sueños.